Conviene alejarse de los consejos de escritura que circulan en la red. Los hay de figuras consagradas, de autores de medio pelo y también de jovenzuelos que no deberían propagar métodos que llevan a resultados tan lamentables como los suyos.
Algunos tips podrán ser inspiradores o ayudar en ciertas circunstancias, pero cada uno debe encontrar su propio camino. Lo que sirve para unos no necesariamente funciona para otros. Cada uno tenemos nuestros propios prejuicios, nuestras fobias personales. Ojalá la empresa creativa fuera tan fácil como leer un decálogo en el que estuvieran encapsulados los secretos para alcanzar el éxito. La realidad es que de poco importa seguirlos si no se lleva cierta sustancia recorriendo por las venas.
No obstante, y sin afán de contradecirme, hay un truco que me ha servido para escribir cada que paso por un bloqueo creativo. Lo comparto aquí por si de casualidad llega a ser útil para ustedes. Advierto que el siguiente método es uno de los que dejan exhausto. Requiere plena concentración y no es raro terminar al borde del desmayo cuando se utiliza. Por eso es importante saber que solo debe emplearse en casos de emergencia, cuando la fecha límite está próxima y parece que nada funciona para conseguir redactar un par de párrafos al hilo.
Sin más, presten atención.
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Cuando no puedas escribir, cuando nada sale de tu espíritu, cuando no logres presionar las teclas, cuando temas no ser lo suficientemente bueno, cuando consideres tirar la toalla, lo que tienes que hacer es pensar en una persona en específico. Ponla fija en tu mente. Observa sus manos y sus piernas. Puede ser un miembro de tu familia o un muchacho o muchacha bonita. De preferencia tiene que ser alguien que te guste. Entonces, dentro de tu imaginación, debes mirar a esa persona a los ojos y pensar que si no escribes, él o ella morirá. Un rayo la partirá en dos. Ahora su vida depende de que te apresures y escribas.
El ejercicio debe tomarse con seriedad. Tomarlo como lo que es: un hecho. Si no terminas lo que te has propuesto, una muerte pesará sobre tu espalda de aquí hasta que tú también dejes de respirar.
Que se te meta hasta las entrañas, siente la culpa. Imagina el remordimiento que vendrá si no cumples la meta; si por tu flojera o cobardía una persona pierde la posibilidad de cumplir sus anhelos, aquellas ilusiones que trazó desde la más tierna infancia. No dejes que ocurra.
Escribir. Lo has hecho antes, puedes hacerlo ahora. Se trata solo de poner una palabra tras otra hasta que el punto final se atreviese en el camino. Es muy poca cosa, lo es para ti. La persona que está en tu cabeza lo sabe también. Su doppelgänger cósmico te eligió entre miles de personas para que salvaras su vida. Confió en ti. Sabe que eres bueno con la pluma, que te besaría si la timidez fuera pasajera. Entró en tus pensamientos para que rompieras el hechizo. Está en busca de un héroe y lo único que necesitas hacer es aporrear el teclado.
¿No es acaso sencillo? Otros leyendas tienen que volar, asesinar centauros o detener trenes en movimiento. Lo único que tú debes hacer es escribir lo que ha rondado antes por tu cerebro. Desde la comunidad de una silla. En un escritorio hecho de árboles que fueron talados especialmente para ti.
No, no te rindas. A veces parece difícil cuando no lo es. ¿A qué le tienes miedo? ¿A realizar tu cometido? ¿A salvar a una mujer atractiva? Hazlo por ella. Hazlo por ti. Mira de nuevo sus ojos, dile que no le vas a fallar.
Entonces escribe. Como lo has hecho miles de veces. Y cuando lo consigas, duerme tranquilo. Sonríe. Tarde o temprano volverás a ver a esa persona, ahora en la calle. De carne y hueso. Puede que no te salude y que ni siquiera te voltee a ver. No se ha dado cuenta. Los ángeles no le han avisado aún. No sabe que le has salvado la vida. Que has ofrecido tu corazón para que ella esté ahí ahora platicando con alguien más. Puede que sea duro saberlo. No le digas nada. Manda al diablo los reflectores. Eres un héroe que debe mantener su identidad en secreto.
La misión está completada. Quedará para siempre entre nosotros, colega.