No creo que el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) sea el mejor disco de The Beatles. Creo que ni siquiera entraría en los primeros cuatro puestos, que estarían repartidos entre el Rubber Soul, Revolver, The Beatles y Abbey Road. Aun así reconozco y respeto la mística de ese trabajo, que de alguna manera se las arregló para posicionarse como la gran carta presentación del cuarteto y como uno de los grandes acontecimientos de la música popular. En ello debió influir la grandiosa portada y la onda conceptual que contiene, la cual ayudó a consolidar el formato del álbum de manera definitiva, aunque ya en la práctica no terminó de cuajar, salvo por los dos primeros temas.
La razón por la que Sgt. Pepper’s no está entre mi top de discos (lo cual no quiere decir que me desagrade, al contrario, es una gran obra, solo que hay otras mejores), es porque lo veo como un proyecto cargado de lleno al lado de Paul McCartney. Esto no debería ser del todo malo, si consideramos que se trata de uno de los compositores más importantes del siglo XX, sin embargo se resiente el flojo aporte de John Lennon, que por entonces pasaba por un ligero bache creativo, manifestado incluso en una de las canciones del álbum («I’ve got nothing to say but it’s OK»).
Ya por entonces Paul McCartney intentaba asumir el liderazgo del grupo, algo que nunca le pareció muy bien a los demás integrantes de los Fab. Quizás debido a ello, se puede percibir cierto desinterés tanto de John Lennon como de George Harrison. No hubo una implicación (aunque sí profesionalismo) de su parte como la hubo en otros trabajos.
Si el álbum anterior (Revolver) era una maravilla porque los tres compositores aportaban al máximo nivel (tanto John Lennon y como Paul McCartney entregaron clásicos uno tras otro y George Harrison se destapó como gran creador con tres canciones), en Sgt. Pepper’s es notable una capa caída tanto de John Lennon como de George Harrison (que solo aporta un tema). Las contribuciones de John son de hecho un tanto menores, con la excepción de «Lucy in the Sky with Diamonds» y «A Day in the Life», que además tuvo que ser completada con metraje de sus compañeros. Se puede decir que Sgt. Pepper’s fue el disco menos protagónico de John Lennon en la carrera de The Beatles hasta ese momento, un perfil bajo que se repetiría tan solo (y de manera más acentuada) en Let It Be (1970).
De cualquier modo John Lennon tenía el atributo propio de los genios: el de poder salvar las castañas con tan solo realizar un pequeño gesto, a veces sin proponérselo. Ahí donde los otros requieren esfuerzo y dedicación para deslumbrar, a los elegidos les basta con sacar un poco de lo que llevan por dentro. Acaso las primeras líneas de «A Day in the Life» sean superiores por sí mismas a todo lo que Paul hizo para ese disco. Solo por esa voz, esa magnífica voz que pone la piel de gallina; como en esa parte de «Strawberry Fields Forever» (No one I think is in my tree…) que es para tirarse a llorar en el suelo.
En el perfil mccartniano del Sgt. Pepper’s influyeron también algunas decisiones de la producción. George Martin siempre se arrepintió de no haber incluido el combo «Penny Lane / Strawberry Fields Forever» en el álbum, piezas clave que tuvo que ceder para el lanzamiento de un sencillo que calmara las presiones comerciales que exigían material nuevo luego que las grabaciones del nuevo LP se prolongaran durante meses. «Only a Northern Song» de George Harrison es otro descarte de esa época que igual pudo ser un gran refuerzo.
Por eso no lo tengo al Sgt. Pepper’s entre mis consentidos, aunque no deja de ser una obra única y portentosa. El comienzo y el cierre son emocionantes a mares. Cada tema tiene algún arreglo o detalle que un día inesperado se revela con toda su genialidad. Y sí, Paul se luce en lo suyo, con temas que envidiaría el mismísimo Ray Davies (aunque el muy amargo nunca lo admitiría). En especial cosas como «She’s Leaving Home», «When I’m Sixty-Four» y la que quizás sea mi preferida: «Fixing a Hole».
Como sea, felicidades por los 50 años cumplidos. Si esta maravilla no es lo mejor de The Beatles, imaginen como está lo demás. Larga vida al Sargento Pimienta y a la banda de los corazones solitarios que somos todos nosotros.