La edición del poemario Mecanismos de la tierra, obra del escritor Jean Pereira, ha creado una crisis a varios niveles para México. Por una parte, en el aspecto ecológico, y por la otra, en los entornos de la diplomacia. La llegada a este aprieto se fraguó hace apenas unos meses, cuando una pequeña editorial decidió lanzar al público el debut literario del ya mencionado artista mexicano que, a sus apenas 28 años, ha causado revuelo internacional.
A simple vista el libro parece inofensivo. Cuenta con 130 páginas, medio centenar de poemas, y una portada en la que destaca la presencia de una sirena. Nadie se alteraría por un producto así, máxime si en su interior no se incluye ninguna apología al terrorismo ni se enaltecen causas vinculadas a la segregación racial. No, la mayoría de los poemas versan, como en tantos otros volúmenes, sobre los astros, las vida silvestre y las pasiones humanas. ¿De dónde viene entonces la agitación?
Resulta ser que el poemario ha sido calificado como contaminación visual por la Liga Nacional de Protección al Ambiente (LNPA), cuyos representantes (una serie de organizaciones dedicadas a la defensa de la flora y fauna) han señalado que el contenido del libro pone en peligro la armonía estético-visual de cualquier sitio en que se exponga. La mala noticia es que el sistema de clasificación de la basura no está preparado para una anomalía de tales proporciones, por lo que una eventual eliminación de esta colección de poemas traería bastantes complicaciones. En adición a ello, el Colegio de Oculista de la Sierra Madre ha manifestado que la exposición prolongada a los textos de Jean Pereira podrían causar daño irreversible en el primer tramo del nervio óptico, según han indicado pruebas realizadas en un conjuntos de ratones que acabaron ciegos luego de verse sometidos a dosis de ocho versos en ayunas.
Un problema extra es el de la conformación mismas de los poemarios. Amantes de la botánica insisten en que los árboles preferirían ser transformados en rollos de papel higiénico antes que acabar mancillados por una serie de estrofas cuyo movimiento deambula entre los ripios y el erotismo mal entendido. El desperdicio de recursos naturales es un asunto delicado, como señalan las normas jurídicas que se le relacionan, de ahí que la tala de árboles deba administrarse con un gran sentido de ética, evitando desperdiciar elementos que en su estado natural bien pudieron darle cobijo a una familia de ardillas.
La casa editorial Piso de Cuarta se ha defendido bajo el supuesto de que la edición del libro consta de una tirada que no supera los mil ejemplares. Sin embargo, los especialistas afirman que basta con apenas un par de copias para derrumbar ecosistemas enteros, así como para causar daños de salud en comunidades de escasos recursos que no tiene acceso a atención especializada. Algunos voluntarios que han leído fragmentos de la obra de Jean Pereira han reportado sufrir náuseas y vómitos, así como espasmos que los impulsan a arrojarse del balcón para acabar con el suplicio.
La noticia ha dejado de ser local. Los primeros Estados en mostrar su preocupación al respecto han sido Estados Unidos, Guatemala y Belice que, al compartir frontera con México, temen que estos libros se filtren dentro de su territorio. La cancillería mexicana ha tenido que salir al paso de las llamadas de protesta, comprometiéndose a reforzar la seguridad en los límites del país para evitar la propagación de esta epidemia literaria que amenaza con amilanar el ya de por sí endeble interés de los jóvenes por la lectura.
El conflicto trasciende a cualquier barrera y orientación política. La amenaza que supone la carrera de Jean Pereira es ya tema de alarma en instancias internacionales y se prevé que se aborde el tema en la próxima Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas en la búsqueda de una salida multilateral. Por ahora ya se han tomado algunas medidas preventivas: la traducción de Mecanismos de la tierra está prohibida en más de 20 idiomas y media docena de autores han decidido retirarse de la escritura para no ser colegas de alguien como Jean Pereira. Del otro lado de la moneda están los oportunistas que buscan lucrar con el fenómeno: se comenta en algunos círculos que el cineasta iraní M. Sight Chichalaman se ha asegurado ya los derechos del libro para un proyecto cinematográfico del género de horror.
No obstante, algunos voces coinciden en que el caso se ha magnificado. El antropólogo Juan Clop recalca que la situación se encuentra bajo control y ha lanzado unas palabras de tranquilidad para quienes temen a una segunda edición de Mecanismos de la tierra: «El riesgo de que eso suceda es menor, por no decir que inexistente. La industria editorial se mueve según las lógicas del mercado y la evidencia indica que Jean Pereira es un pobre diablo cuyas ventas se limitan a las adquisiciones de compromiso que realizan sus amistades, más la veintena de volúmenes que ha reservado su abuela para repartir entre sus compañeras del bingo. Por lo demás, solo habría que tener cuidado ante un posible efecto de morbo, con el cual muchos curiosos podrían adquirir la obra con la intención de tentar la suerte y burlar al destino«.
En días recientes un misterio se ha sumado al festín: el desconocimiento del paradero de Jean Pereira. Nadie sabe dónde está. Decenas de periodistas se pelean por entrevistar al hombre del momento y ninguno logra dar con él. Según las últimas versiones, el joven poeta se ha exiliado en Sudamérica para alejarse del escándalo. Su familia se niega a revelar la ubicación exacta en la que se encuentra. «Mi hijo volverá, ténganlo por seguro«, se limita a decir la madre del muchacho.
El contenido de Mecanismos de la tierra queda como reflexión. Es una leyenda. Quienes lo han leído quedan trastocados de algún modo u otro. A los demás, los que evitamos el contacto, nos queda la especulación, el misterio. ¿Qué contendrá ese objeto que ha desequilibrado al ecosistema y que ha causado daños irreparables en sus lectores? Difícil saberlo. Hasta la fecha sólo se sabe de un lector que ha salido indemne de la experiencia. Se trata de un anciano nacido en Chihuahua que logró leer varias sílabas de Jean Pereira sin sufrir ningún efecto adverso. «Creo que las cataratas me protegieron. No veía muy claro, pero juro que vi unas letras. Hablaban de semillas, semillas de luz. Mencionaba a un cascabel en tus piernas«.