Me has pedido un poema de amor
en lugar de un regalo de bodas, para tratar que así ahorre
dinero. Durante tres noches me he acostado
en la obscuridad bajo el brillo de las estrellas. Me he pegado al techo
que hay sobre mi cama. He escuchado canciones
acerca de la galaxia. Bueno, Carmen, te preferiría
regalar un tercer paquete de cuchillos para carne
que contarte lo que llevo por dentro. Déjame buscar
algún otro regalo en la tienda. No me hagas
advertirte de las estrellas, de cómo ellas nos miran
a una distancia que nos hace ver frágiles y mínimos,
desde la novia que corona el pastel de bodas
hasta la Virgen en el tablero de la iglesia
que toma un rojo e impecable corazón entre sus manos.