Una foto famosa y medio vieja. Pertenece a la final de la Liga de Campeones de la UEFA 2013/14 entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid disputada en Lisboa. Si uno la mira con atención, en ella se reflejan las dos formas principales de reaccionar ante un conflicto. Ocurrió durante un punto determinante. Aquel partido se había puesto cuesta arriba para el Madrid debido a un gol de Godín (error de Casillas incluido) poco antes del medio tiempo. El Atleti era un equipo rocoso que, pese al cansancio de toda una temporada, luchaba al límite cada balón disputado. Era difícil remontarles. Complicadísimo de hecho, ningún equipo de Europa le había podido plantar cara a esos espartanos de Simeone. Y el Madrid, después de mucho intentarlo y sufrir, finalmente lo consiguió cuando el partido llegaba casi a su fin. Sergio Ramos anotó de cabeza al filo del minuto 93 para empatar y mandar el juego a tiempos extra donde la balanza se inclinaría hacia los merengues con tres goles más. El Atleti estaba ya desfondado. Lo demás es leyenda.
Queda, eso sí, la estampa del área técnica. Zidane y Ancelotti. Las dos formas de entender una crisis. Simplifico bastante, pero la idea está ahí. Dos vertientes de las que parte el resto de las opciones: la serenidad y el aspaviento. Cuando el caos llega uno puede ser como el italiano o como el francés. Cada uno funcionará dependiendo el contexto, pero en lo personal considero que siempre será preferible ser como Ancelotti. Al menos para conservar el estilo. Su mirada en la foto es una perla. El equipo perdía el campeonato de mayor importancia y aun así le agobiaba que su mano derecha perdiera la cuadratura. Que ya no somos niños, parecía decirle. Que el desastre se lleve el disgusto de dejarnos inmutables.