Tengo esta extraña costumbre de abrir los huevos cocidos
rompiendo su cáscara en la parte superior de mi cabeza. Esta tarde,
mientras peinaba mi cabello antes de nadar, descubrí un pedazo de cáscara pegado en mi cráneo.
Mi esposa entiende que mi costumbre es misteriosa, un poco alocada incluso. Pero ella sonríe con adorable resignación a
las molestias del amor.
Lo sé, mas—
Qué espantoso dolor de cabeza debió tener Júpiter.
Y William Dunbar, que intentó aliviar su dolor al escribir un poema sobre ello en un dialecto escocés hace mucho, mucho tiempo.
Amo el huevo.
Incluso amo a mi pobre, duro, misterioso cráneo.
Ten un poco de piedad por mí esta mañana de todas las mañanas.
Somos todos muy extraños.
—James Wright.
Traducción de Carlos LM.